La Regulación Emocional es la habilidad para influir en qué emociones se tienen, cuándo se tienen y cómo se experimentan y expresan. En el contexto de la inclusión social, la regulación emocional es la llave para las interacciones fluidas y armoniosas. Un adolescente con buenas habilidades regulatorias puede modular la intensidad y la duración de sus estados afectivos, especialmente la ira, el miedo o la tristeza, impidiendo que dominen la interacción social.
Cuando un adolescente no puede regular sus emociones, puede tener reacciones exageradas, como explosiones de ira desproporcionadas a un comentario o ataques de pánico ante una presentación pública. Estos comportamientos son fuentes de alarma para los compañeros, haciendo que el joven sea percibido como inestable o difícil de tratar, lo que conduce inevitablemente al aislamiento.
Los módulos de «Tu Mejor Versión» enseñan estrategias de reevaluación cognitiva y técnicas de mindfulness que permiten al joven intervenir antes de que la emoción alcance su pico. Al controlar la expresión de la emoción, el adolescente se vuelve un interlocutor predecible y confiable. Puede participar en discusiones difíciles, recibir críticas o manejar el estrés de los proyectos grupales sin desestabilizar el ambiente. Esta capacidad de mantener la estabilidad emocional bajo presión no solo beneficia al joven, sino que contribuye a la cohesión y seguridad del grupo, convirtiéndolo en un miembro valorado y bien integrado en el tejido social.
Referencia: Gross, J. J. (1998). The emerging field of emotion regulation: An integrative review. Review of General Psychology, 2(3), 271-299.